miércoles, 31 de julio de 2013

Cómplices

Recién había terminado mi relación con Dulce cuando ingresé a la Universidad. El panorama que se presentaba delante de mi era enorme. El ambiente de la Ciudad Universitaria era algo nuevo para mi, la enorme población estudiantil y la infraestructura con la que cuenta la UNAM difícilmente puede compararse con alguna otra institución de educación superior. Desde el inicio me fascinó el ambiente, aunque tenía asignado un horario por la tarde noche, llegaba al mediodía para aprovechar la biblioteca y las instalaciones deportivas. Intenté ingresar a natación pero después del exhaustivo examen que hacían para hacer uso de la piscina resulté con algunas caries que me lo impidieron, sin embargo, me agradaba la vista de algunos cuerpos en traje de baño o de quienes hacían ejercicio con pesas en la parte debajo de las gradas.
Al inicio del semestre el grupo era muy grande, fácilmente éramos unos 70 alumnos, pero después del primer examen departamental la población disminuyó sensiblemente, quizás quedamos poco menos de la mitad. Eso hizo que poco a poco se fueran formando pequeños grupos y a mi la verdad no me interesaba pertenecer a alguno en particular, sino que trataba de hablarles a todos. Sin embargo, había un grupo en el cuál había una chica morenita, Alejandra, que además de ser bastante buena en lo académico era sumamente atractiva y ella lo sabía. Desde el primer día varios chicos se le acercaron, y Yo me incluyo, con la intención de pretenderla pero ella rechazó a todos, aunque lo hacía de manera tan sutil que terminaba llevándose bien con todos. Al final del semestre, esa chica se convirtió en una de mis mejores amigas y aunque Yo casi no me juntaba a su grupito, sí aprovechaba el tiempo que ella estaba sin sus amigos para estar con ella. Disfrutaba mucho platicar con ella y pronto la confianza que nos teníamos era enorme. Me llegaba a contar incluso sobre algunos “encuentros” que tenía con sus pretendientes y Yo hacía lo mismo, aunque en ese aspecto ella me ganaba, pues Yo sólo había pretendido a un par de chicas sin mucho éxito.
Cierto día, estábamos tirados en el pasto, en la zona de “Las Islas” mirando el cielo y platicando cuando llegaron varios chavos a jugar fútbol a interrumpirnos. Debo admitir que varios de ellos llamaron mi atención y la de ella, quien con la confianza que nos teníamos no dudó en externar su opinión sobre ellos.
- Mira nada más a ese güerito – me dijo ella señalándome a un chavo como de 20 años bastante atractivo, de cabello rubio y complexión atlética que usaba una camiseta blanca y un short ligeramente ajustado.
- ¿A poco así te gustan? – la interrogué sonriendo y admitiendo interiormente que ese chico estaba como quería y que su tipo no abundaba en la universidad.
- Sí, sí, sí… mira nada más esas piernas… los brazos… y ve su trasero – y sí, efectivamente a mi también me había llamado la atención su trasero, pero Yo me fijé en un detalle adicional, cuando corría se podía percibir cómo se movía el paquete al frente del shortcito.
- Jajaja… ya no exageres… sí se ve bien pero no es pa´tanto – le respondí sabiendo que sí merecía atención especial.
- Cómo de que no – insistió ella.
- Yo pensé que te gustaban más como aquel… el del short blanco – le dije señalando a otro chavo moreno más alto y de complexión semejante.
- Bueno, ese está bien pero con el güerito si me caso jajaja – sonrió ella y Yo hice lo mismo mientras los mirábamos jugar.
Entonces ocurrió algo inesperado. En la disputa por el balón el güerito se torció el tobillo y ya no pudo seguir jugando. Como el choque ocurrió cerca de donde estábamos mi amiga y Yo, pues me acerqué para ver si podía ayudar. Enseguida llegaron sus amigos y los ayudé a levantarlo, no parecía algo grave así que caminó cojeando ligeramente.
- Ya síganle, ahorita se me pasa – les dijo a sus amigos.
- Pero nos falta uno – gritó uno de sus amigos.
- Éntrale por mi – me dijo el güerito.
- Sí, éntrale – me animó mi amiga y todos voltearon a verla cuando se puso de pié, realmente mi amiga era muy atractiva, sus pantalones de mezclilla se ajustaban perfectamente a su cuerpo haciendo resaltar su firme trasero y esa camiseta de tirantes que mostraba un generoso escote la hacían lucir espectacular.
- Vale – respondí y me metí al juego mientras el güerito se sentaba con mi amiga.
Fue un buen partido y terminamos todos sudados. Me hubiera gustado intercambiar camiseta con el moreno que me había gustado pero me conformé con un choque de palmas de manos para celebrar que habíamos ganado.
- ¿Qué onda? ¿No quedamos que era de “a chelas”? – les gritó el güerito.
- Pero si Tú ni jugaste, wey – le respondió uno de sus compañeros.
- Pero con mi reemplazo les ganamos y cuatro pepinos les clavamos – se rió mientras se ponía de pie.
Mi amiga miró el reloj e intervino – Ya tenemos que entrar a clase.
- ¿A poco se van a cortar? – le dijo el güerito.
- Es que el “Bimbo” a veces hace exámenes sorpresa – respondí haciendo alusión a nuestro maestro – pero lo podemos dejar para otro día, ¿no?
- Chale… resultaron mataditos… ni pex… el sábado vamos a venir como a eso de las once… digo, por si se animan – comentó el moreno que me había llamado la atención y que confianzudamente se recargaba sobre mi hombro aprovechando la diferencia de estaturas.
- Vale, el sábado los vemos – les dijo mi amiga y nos fuimos a clases.
En el camino, íbamos charlando sobre lo acontecido.
- ¿Y qué te dijo el güerito? ¿ya se te hizo? – la interrogué.
- Jajaja si supieras – me respondió sonriendo maliciosa.
- ¿Le diste tu número? ¿te invitó a salir? – insistí.
- Pues no – me respondió ella un poco cortante pero sonriendo.
- ¿”Tons”? Se veía que platicaban bastante entretenidos – le dije.
- Pues sí, me cayó muy bien, superplaticador y encantador, pero… – se detuvo generando el incremento de mi curiosidad.
- ¿Pero qué? Ya dime… ¿se quiso pasar de listo? – la interrogué.
- Te lo voy a decir pero no te vayas a reir – me advirtió.
- Prometido, nada de risas – respondí acatando su advertencia.
- Pues sutilmente le dije que me gustaba – inició ella.
- ¿Qué le dijiste quéeeee? … jajaja – me reí.
- Ya no me interrumpas o no te cuento – me respondió un poco seria y continuó – pues te digo que le dije que se veía que hacía ejercicio y que se veía bien trabajado su cuerpo y él me interrumpió en seco diciéndome que Yo era una chica muy linda y atractiva y que si a él le gustaran las mujeres sin duda se habría fijado en mi ¿cómo ves?
Yo me quedé boquiabierto al escuchar aquello, sólo pude decir un “Órale”.
- Pero eso no fue todo – me dijo ella.
- ¿A poco hay más? – le pregunté imaginando tantas cosas.
- Me preguntó si eras mi novio – sonrió ella.
- Por fin, ¿no que no le atraías? – le pregunté con una expresión de confusión.
- Eso pensé cuando hizo la pregunta, obvio le respondí que no, que sólo somos buenos amigos y mi respuesta pareció agradarle porque sonrió y añadió que le habías parecido muy buena onda porque te acercaste a ayudarlo son conocerlo – me dijo ella.
- Jajaja… pues cualquiera lo habría hecho – le respondí.
- Pues me preguntó muchas cosas de ti… creo que quien le gustó fuiste Tú jijiji – sonrió ella maliciosa.
- Jajajajajajaja – yo solté una carcajada un tanto nervioso.
- La pregunta importante es ¿a ti te gustó él? – me interrogó deteniendo nuestro camino y con un tono de mayor seriedad.
- Sí, sí me gustó – le respondí mirándola a los ojos y le confesé – nunca te había comentado que además de las chicas, también siento cierta atracción por algunos chicos.
- ¡Órale! Pues sí que es una sorpresa – me dijo ella y reiniciamos la marcha.
- ¿Te molesta? – le pregunté.
- No, para nada… bueno, tal vez un poco pero porque no me lo habías dicho aunque algo sospechaba – me dijo ella sin que se notara molesta.
- Bueno, ya lo sabes ahora – le dije y la abracé.
- Jajaja… ya, está bien… gracias por confiármelo – dijo ella correspondiendo mi abrazo por algunos momentos y continuamos la marcha.
- ¿Me vas a acompañar el sábado? – le pregunté sonriendo maliciosamente.
- Jajaja… ¿después de que me lo bajas quieres que te acompañe? – me interrogó en broma y añadió – eso no me lo perdería por nada, además hay algo que no te he dicho.
- ¿Qué cosa? – le pregunté nuevamente.
- Pues me dijo que cuando estaban jugando, el chico moreno, el altote, le había advertido que los estábamos viendo y sonriendo me dijo que su amigo le había dicho un poco en broma que podíamos hacer una doble cita – me dijo dejándome sin habla por unos instantes.
- O sea… ¿Tú con el moreno y Yo con el güerito?… jajaja – casi me muero de la risa.
- Sí… y como me dijiste, el moreno es más como me gustan – sonrió y llegamos a clase.
El resto de la semana transcurrió normal. Aunque debo admitir que tenía mis dudas sobre lo que podría ocurrir el sábado. El viernes por la noche quedé con mi amiga de vernos al día siguiente en la estación del metro Copilco para llegar juntos.
- Hola… ¿Listo? – me interrogó mi amiga al encontrarnos el sábado.
- Pues sí, me siento un poco raro pero listo – le respondí.
- Bueno, la verdad imaginé que vendrías un poco mejor arregladito – sonrió ella.
- Pero si vamos a jugar, por eso me vine así – le respondí.
Ella me miró de arriba abajo y me dijo – pues creo que sí te ves bien, aunque ese shortcito te queda un poco chico ¿no?
- No, así es… y ya conoces el dicho “el que no enseña, no vende”… Además es como el que traía puesto el güerito – le dije mientras caminábamos hacia la zona de “Las islas”.
- Bueno, bueno, está bien… yo sólo lo decía porque a lo mejor después del partido podíamos ir al cine o algo así – me dijo haciéndome recapacitar en que esa opción no la había considerado.
Cuando llegamos ya estaban jugando. Parecía que el güerito ya se había recuperado porque estaba jugando bastante bien. Desde lejos se podían apreciar las vigorosas piernas de él y su amigo el moreno ya que ambos jugaban en shorts. En cuanto nos vieron interrumpieron el partido momentáneamente para saludarnos.
- Hola… pensamos que ya no iban a venir – nos saludó sonriendo el güerito.
- Tarde pero seguros – le respondimos a coro mi amiga y Yo.
- ¿Quieres entrar de cambio por mi? – me preguntó el güerito.
- Mejor que entre por mi, ando un poco cansado – dijo el moreno al que le gustaba mi amiga y de inmediato se acercó a ella.
- Órale – respondí de inmediato y nos metimos a jugar.
El güerito era un “crack” del fútbol. Aprovechó un par de pases para anotar gol. Fue una pequeña goleada de 7 – 0 y los perdedores tuvieron que pagar la apuesta de las cervezas en una tiendita que estaba camino al metro.
- Bueno, pues ya saben, cuando quieran se las volvemos a dejar ir… jajaja – se rió el güerito burlándose de sus amigos que habían perdido.
- Chale, ya que sea menos… fue pura suerte… pero para la próxima nos desquitamos… ahí se ven – le respondió uno del equipo perdedor y varios de ellos se despidieron.
- Y que onda… ¿qué van a hacer ustedes? – preguntó el morenazo.
- Pues no tenemos plan – le respondí – ¿y ustedes?
- Ellos quieren ir al “Chopo” a buscar unos discos pero la neta nosotros queremos ir al cine – respondió el güerito.
- ¿Y qué película quieren ver? – les preguntó mi amiga.
- Pues hay varias… pero a mi me gustaría ver “Como agua para chocolate” – comentó el güerito.
- ¿”Cómo agua para chocolate”? Esa es del año pasado ¿no? – respondió mi amiga.
- Pues sí pero la están pasando otra vez en un cine que está frente a Los Viveros de Coyoacán – argumentó el güerito poniéndose de pie y estirándose, mostrando su cuerpo atlético.
- A mi sí me gustó, aunque prefiero el libro – respondí levantándome enseguida.
Mi amiga y el moreno se miraron entre sí. No parecían muy convencidos de ir a ver esa película, así que le dirigí una mirada de súplica a mi amiga para que apoyara la idea.
- Bueno, está bien, ¿a qué hora es la función? – preguntó ella poniéndose de pie.
- A las dos y media – respondió el moreno levantándose y agregó – pero no creo que nos dé tiempo de pasar a cambiarnos.
- No importa, no vamos a ligar ¿o sí? – respondió el güerito sonriéndome.
- Entonces ya vámonos – sugirió mi amiga y todos la secundamos.
Apenas llegamos al cine. Mi amiga acompañó al moreno por las palomitas mientras el güerito fue conmigo a comprar los boletos. Entramos y, afortunadamente, había bastantes lugares. Nos acomodamos en una de las hileras de la parte alta, el moreno junto a mi amiga y Yo entre mi amiga y el güerito. Desde el inicio sentí que el güerito acercó su pierna a la mía con claras intenciones. No me desagradaba para nada, él sostenía las palomitas sobre su regazo pero casi no comía. Para cuando llegamos a la escena en que la hermana de Tita se convertía en madre, las palomitas ya casi se habían terminado, sin embargo, entre las palomitas del fondo encontré algo que me sorprendió. Volteé a ver al güerito y él me miró sonriendo, estiró sus brazos y pasó uno de ellos por mi hombro. Miré de reojo a mi amiga y al moreno pero estaban mirando la película, así que volví a meter la mano en la bolsa de las palomitas, sólo para cerciorarme de que no estaba alucinando y nuevamente pude tocar aquello, sí, era una pieza de carne dura rodeada de palomitas. No lo miré, solamente comencé a comer más palomitas y aprovechaba para acariciar aquel pene. Estaba excitadísimo al igual que Yo. Obviamente, las palomitas se acabaron pero Yo seguía metiendo la mano hasta que inició la escena final. No supe bien como, pero él se las ingenió para acomodar su pene dentro de su ropa. Salimos comentando la película y nos despedimos, no sin antes preguntarles sus nombres e intercambiar nuestros números telefónicos. El güerito resultó llamarse como mi primer amor platónico, Joaquín, mientras que el moreno tenía por nombre Jorge.
- ¿Qué tal? – le pregunté a mi amiga mientras nos dirigíamos al metro.
- ¿A qué te refieres? – me respondió con una sonrisa maliciosa.
- Me refiero al morenazo… ¿cómo lo viste? – le pregunté con curiosidad.
- Pues bien grandote… de todo – me respondió sonrojándose un poco y generando mayor curiosidad en mi.
- ¿De todo, de todo? – le insistí.
- Sí… es muy alto, tiene manos grandes y… – repentinamente hizo una pausa mirándome fijamente.
- ¿Y…? – le pregunté.
- Digamos que accidentalmente lo toqué “ahí” – me dijo mirando mi entrepierna.
- ¿Accidentalmente “qué”? – le pregunté pensando en lo que Yo mismo había palpado en la bolsa de palomitas del güerito.
- Sí, accidentalmente… se me cayeron unas palomitas e instintivamente las quise recoger y toqué ese paquetote, y créeme sentí algo muy grande – me respondió ella son una sonrisa de satisfacción.
- Órale… ¿y él que hizo? – le pregunté poco antes de llegar a la estación Centro Médico.
- Pues nada… sólo posó su mano en mi pierna y me la estuvo acariciando un rato… intentó subir un poco pero lo detuve… tampoco soy una “facilota” – respondió riendo y nos despedimos.
Toda la tarde me la pasé pensando en aquellos dos chicos. Era evidente que el güerito quería conmigo y tenía una verga de buen tamaño. Pero lo que me había contado mi amiga del moreno era algo que me generaba gran curiosidad y hacía que imaginara a aquel chico en traje de Adán, haciendo toda clase de cosas con mi amiga y conmigo. Esa noche terminé masturbándome hasta llegar a la eyaculación.
Pasó una semana sin que tuviéramos noticias de ellos. Así que pensamos que sólo había sido algo pasajero. Pero al siguiente viernes los encontramos en la entrada de la Facultad.
- Hola ¿cómo han estado? – preguntó el moreno.
- Muy bien… ¿y ustedes? – le respondió mi amiga saludándolos de beso.
- Bien, aunque algo sorprendidos de que ya no nos llamaran – respondió Joaquín mirándome fijamente a los ojos – les marcamos varias veces pero no contestaron, así que venimos a buscarlos.
- Nos reímos mi amiga y Yo al escuchar aquello. Parecía que sí nos habían intentado localizar pero sin éxito.
- Bueno, pues aquí estamos… pa´qué somos buenos – les respondí sonriendo.
- Uyyy pues a mi se me ocurren varias cosas – respondió el moreno mirando de arriba abajo a mi amiga.
- ¿Qué tipo de cosas? – le respondió mi amiga devolviéndole una mirada igual.
- Pues cosas… – dijo el morenazo acercándose a ella y susurrándole algo al oído y robándole un beso.
- Pues no lo sé… ahorita tenemos clase – le respondió mi amiga sin separarse de él.
- Si quieren mañana podemos vernos en mi casa para ver una peli – sugirió el güerito pasando su brazo sobre mi hombro.
Mi amiga y Yo nos miramos por unos momentos como dudando entre aceptar la oferta y rechazarla. Debo admitir que Yo ansiaba que ella aceptara pues era una buena oportunidad para conocer a aquellos chicos más íntimamente, aunque también estaba consciente que mi amiga, aunque era cachonda, no se iba a acostar con aquel chico a la segunda cita.
- Bueno, está bien, pero sólo a ver una película – accedió mi amiga y Joaquín nos dió la dirección de su casa antes de despedirse de nosotros, no sin antes palmear ligeramente mi trasero.
Al día siguiente llegamos a la dirección que nos dieron. Joaquín abrió la puerta y nos invitó a pasar. Cerró la puerta, saludó de beso a mi amiga y enseguida me saludó a mi pasando su mano por la parte baja de mi espalda y atrayéndome hacia él. Estaba vestido sólo con unos shorts y una camiseta para correr.
- Pásenle, se me hizo un poco tarde y voy llegando de correr – nos dijo mientras nos acomodábamos en una pequeña sala y añadió – en esa caja están las películas que renté y otras que tengo para que vayan escogiendo… si quieren enciendan la tele o pongan algo de música mientras me doy un regaderazo.
Mi amiga y Yo pusimos una cinta de Depeche Mode y comenzamos a curiosear entre las películas para ver cuáles tenía. Había de todo, desde las de Steven Spielberg hasta algunas de Kristov Kieslovski. Al colocar nuevamente la caja en el piso vimos que había otra ligeramente oculta bajo el sillón. Yo soy curioso, pero mi amiga me gana, así que aprovechando que aún se escuchaba el agua de la regadera decidimos ver qué tenía esa caja. ¡Oh sorpresa! Eran unas cuantas películas porno. Mi amiga se sonrojó al ver las portadas de esas películas, sin embargo, algunas no tenían imagen pero los títulos eran muy sugerentes. De pronto se dejó de oir el agua caer y rápidamente acomodamos la cajita en su lugar. Entonces oí la voz de Joaquín llamándome desde su habitación.
- Oye, podrías pasarme la cesta de ropa que está en el lavadero junto a la cocina – me solicitó asomándose cubierto sólo por una toalla en la cintura.
- Claro – le respondí y entré a la pequeña cocina que daba al balconcito donde estaba el lavadero y la cesta con ropa.
Me di cuenta que en la parte superior de la cesta había un par de calzoncillos del mismo estilo que yo usaba, pequeñitos y atléticos, aunque los demás eran bóxers. Me apresuré a llevarle la ropa a su habitación. La sorpresa que me llevé al entrar fue sumamente agradable, Joaquín estaba de espaldas y completamente desnudo. Lucía impresionante, la espalda, los brazos, las piernas y esas nalguitas vigorosas.
- Aquí esta la cesta – le dije y nuevamente me sorprendió.
- Gracias – me respondió girando, mostrándose completamente desnudo y aproximándose a mi para sacar uno de los pequeños calzoncillos para ponérselo.
- ¿Necesitas algo más? – le pregunté tratando de evitar mirar aquel hermoso pene rosado mientras lo acomodaba dentro de la pequeña prenda.
- Hummm… pues sí, creo que sí – me dijo acercándose y me quitó la cesta para arrojarla a la cama y enseguida me plantó tremendo beso.
No pude evitar corresponderle. Mis manos de inmediato comenzaron a recorrer su abdomen hasta llegar a la cintura y a continuación me apoderé de sus nalgas y él hizo lo propio apoderándose de las mías y atrayéndome hacia él, haciéndome sentir ese tremendo paquete. Metí mi mano bajo su calzoncillo y justo en ese momento sonó el timbre. Nos separamos de inmediato y salí de la habitación para ver quién era.
- Que onda… se me hizo tarde… ¿ya comenzaron? – alcancé a oír que le preguntaba el morenazo a mi amiga, quien ya le había abierto.
- No, aún no sabemos cual vamos a ver – le respondió saludándolo de beso y dejando que el chico posara ligeramente su mano en la parte baja de la espalda mientras caminaban hacia el sillón.
- Hola – lo saludé sin poder evitar recordar los sueños húmedos que me había generado por lo que me comentó mi amiga.
- Que onda… ¿y el galán? – me saludó e interrogó acerca de su amigo.
- Aquí estoy… me eché un regaderazo porque fui a correr… ¿ya saben qué película vamos a ver? – nos interrogó Joaquín ya completamente vestido con jeans y una camiseta blanca.
- ¿Conseguiste la que te dije? – preguntó Jorge con gran interés.
- Sí, ya me la trajeron ¿vemos esa? – respondió el güerito.
- ¿Qué película es? – preguntamos a coro mi amiga y Yo.
- ¿Han visto “Las edades de Lulú”? – nos preguntó Jorge.
- No, no me suena – respondió mi amiga y preguntó - ¿quién actúa?
- Uyy pues no es una película muy conocida, sale Bardem y es una película de tipo erótico ¿qué dicen? – preguntó Jorge.
- Pues si quieren, por mi está bien – respondí al escuchar la palabra “erótico”.
- Pero no es una película porno ¿o si? – preguntó rápidamente mi amiga un poco seria.
- No, aunque hay escenas un poco fuertes no es porno – se apresuró a responder Jorge.
- Bueno, está bien – respondió mi amiga no muy convencida.
- Y que onda… vamos a pedir algo para comer ¿no? – sugirió Jorge viendo con satisfacción que todos estábamos de acuerdo.
Pedimos unas pizzas y Joaquín y Yo fuimos a comprar refrescos y algunas botanas. Cuando regresamos mi amiga y el morenazo habían acomodado los sillones y una mesita para poner todas las cosas. Así que cuando llegó el repartidor con las pizzas ya estuvimos listos para iniciar la sesión.
Jorge se sentó en un sillón con mi amiga y Joaquín a mi lado en el otro. Comenzamos a ver la película y desde las primeras escenas resultó evidente el nivel tan elevado de erotismo. Mi amiga se sonrojaba de vez en cuando y se volteaba hacia Jorge para evitar ciertas escenas, cosa que aprovechaba el moreno para abrazarla y hacerla que apoyara su cabeza contra su pecho. Yo de reojo miraba el paquete de Joaquín que ya tenía un volumen ligeramente mayor al que tenía al inicio de la película. Pero lo mejor fue cuando llegó la escena en que la protagonista mantenía relaciones con un homosexual mientras otro hombre lo penetraba. La toma era suficiente para hacer volar la imaginación pues aunque no mostraba la penetración, sí hacía evidente que eso era lo que ocurría. Joaquín, mi amiga y Yo estábamos un poco sorprendidos pero Jorge parecía conocer bien la película y era evidente que no se había sorprendido.
- ¿Qué les pareció? Está buenísima ¿verdad? – nos preguntó el moreno con gran interés.
- Pues es un poco fuerte pero sí, es muy buena – le respondí de inmediato.
- No está mal… aunque sí es un poco porno – respondió mi amiga.
- No, no es porno… en las porno se ve todo – le respondió Joaquín.
- Pues aquí se ve todo – respondió ella.
- Jajaja se me hace que nunca has visto una película porno – le comentó Joaquín riendo.
Ella no tuvo que responder. Su silencio y el color rojo de sus mejillas hacían evidente la respuesta. Muchas veces habíamos platicado sobre sexo, pero nunca me había dicho cosas específicas sobre ella y alguien más en la cama. Así que en ese momento comprendí que probablemente mi amiga era virgen, aunque evidentemente había tenido sus “acercamientos” con algunos pretendientes.
- Ya, no se rían… Yo tampoco he visto una película de esas – respondí mintiendo un poco para distraer la atención.
- Uyyy pues que santitos… ¿no quieren ver una? – preguntó Joaquín sonriendo maliciosamente.
- No, como crees – respondí de inmediato pensando en mi amiga pero ella me sorprendió.
- ¿Tienes de esas películas? – preguntó ella sabiendo de antemano la respuesta.
- Tengo algunas… si quieres ponemos una y si te molesta mucho la quitamos – le sugirió Joaquín.
- Bueno – dijo ella volviendo a sorprenderme.
Entonces Joaquín sacó la caja que estaba debajo del sillón y nos mostró las películas. Aunque ya las habíamos visto, ahora podíamos mirar las portadas con detenimiento. Yo jamás hubiera imaginado que mi amiga fuera tan curiosa. Y fue ella la que seleccionó la película que íbamos ver.
- Buena elección – dijo Jorge al ver la película que había seleccionado mi amiga.
Nos volvimos a acomodar en los sillones y comenzamos a mirar la película. Contrario a lo que hubiera esperado por parte de mi amiga, desde el inicio se mostró sumamente interesada. La primera escena se desarrollaba entre un chico que limpiaba una piscina y una chica que se asoleaba en un camastro. A mi amiga parecían agradarle los acercamientos hacia el paquete que se formaba al frente del atlético chico que sólo usaba un traje de baño tipo “speedo”. Pero cuando la chica lo despojó de esa prenda y dejando en libertad un pene descomunal mi amiga se quedó boquiabierta, nos miró a los tres como buscando que también nos sorprendiéramos ante aquella escena. Jorge pasó su brazo derecho por la espalda de ella y la sujetó por el hombro para acercarla a él sin perder detalle de la película. Joaquín comenzó a restregar su pierna con la mía mientras colocaba su mano discretamente sobre mi muslo.
- No puede haber algo así de grande – dijo ella al ver como aquel chico metía y sacaba su enorme pene del coño de la chica en diversas posiciones.
- Pues lo tiene de tamaño normal – le respondió el moreno sonriendo y acariciándose el paquete que formaba su verga al frente de los jeans y guiando la mano de mi amiga hasta ese bulto para que lo palpara.
Mi amiga no hizo el menor intento por retirar su mano de aquel paquetote. Por el contrario, me percaté de que lo presionaba ligeramente. Yo hice lo propio con el paquete de Joaquín. Pero seguimos viendo la película. La siguiente escena era un poco más atrevida, dos hombres de raza negra visitaban a la misma chica y sin mucha trama terminaban pronto en la cama. Mi amiga seguía con detalle la manera en que la protagonista se encargaba de mamar las vergas de aquellos hombres. A estas alturas la mano de Jorge ya había alcanzado una de las tetas de mi amiga y la masajeaba ligeramente. Joaquín ya había colocado su mano sobre mi paquete y Yo podía sentir con mi mano su verga bien parada bajo sus pantalones. Un repentido “Ah” salió de la boca de mi amiga al ver como uno de los hombres ensartaba a la chica por el culo. Todos la miramos y ella sólo dijo – eso debe doler.
- No necesariamente – respondió Joaquín mirándome como si esperara mi aprobación.
- Está bien cachonda la película y la verdad me siento un poco incómodo… te molesta si me quito los jeans – le preguntó Jorge a mi amiga y sin esperar la respuesta se los quitó rápidamente y volvió a acomodarse junto a mi amiga.
Nuevamente me sorprendí al ver que mi amiga no dijo nada, sino que simplemente continuó mirando la película dejando que él guiara nuevamente su manita hasta el bulto que formaba la trusa blanca que contrastaba con su piel morena y que volviera a posar su mano sobre sus tetas. Me resultaba evidente que ella estaba sumamente excitada, tanto por la película como por la situación en la que se encontraba. Joaquín y Yo decidimos imitar a Jorge y nos quedamos en calzoncillos. La verga de Joaquín sobresalía por un lado del pequeño calzoncito y aunque ya la había tocado en el cine y se la había visto cuando salió de la regadera, verla y acariciarla en completa erección era algo completamente diferente. Él había metido su mano bajo mi calzoncillo para acariciar mi verga mientras mirábamos la última escena de la película.
La última escena era una pequeña orgía entre dos chicas y unos seis o siete chicos. Las vergas entraban y salían de sus culos, coños y bocas. Pero la parte más excitante para mi fue cuando una chava recibía atendía simultáneamente a cuatro chicos, con su boca, culo, coño y manos, pero el que sólo recibía la caricia de la mano decidió acomodarse detrás del que la enculaba y sin la menor compasión se la dejó ir hasta el fondo por el culo. No pude evitar girar y buscar los labios de Joaquín mientras ya le había sacado la verga y lo masturbaba sin la menor discreción, percatándome que mi amiga también le había sacado la verga al moreno, ¡y que verga!, mayor incluso que la de Joaquín.
Jorge se levantó y detuvo la cinta de video diciendo - ¿Qué tal? Está buenísima ¿no te gustó? – le dijo a mi amiga parándose frente a ella dejando su verga completamente erecta a unos cuantos centímetros de su rostro.
- Pues mas o menos… pero ya es muy tarde y nos tenemos que ir – dijo ella poniéndose de pie y dirigiéndome su mirada y percatándose hasta ese momento que Joaquín y Yo estábamos sumamente entretenidos.
- Ya te diste cuenta que eres la única que está vestida – le dijo el moreno a mi amiga mientras la abrazaba – por qué no te relajas.
- Es que Yo… Yo no… ah – gimió ella poco antes de que aquel chico la besara apasionadamente y levantándola entre sus brazos la llevó a la recámara.
Aquello me pareció un poco forzado, así que siendo mi amiga decidí intervenir, pero al tratar de levantarme el güerito me detuvo diciendo – Déjalos, él no le va a hacer nada que ella no quiera, mejor mámamela.
Él se quitó el calzoncillo y la playera exhibiendo su escultural cuerpo ante mi. No me pude resistir y lo imité. Él se recostó en el sillón y me hizo la seña de que me acomodara sobre él para formar un delicioso “69”.
Comencé a mamar aquel delicioso pene. Lo blanco de su piel hacía resaltar sus venas azuladas a todo lo largo de tronco y la cabezota de color rosado me encantaba. Él por su parte me acariciaba la verga con sus manos pero su lengua era la que mayor placer me brindaba pues horadaba mi culito haciéndome gemir. Estábamos sumamente excitados pero de pronto un gemido de mi amiga me hizo separarme de él y acudir a la habitación.
- Ahhh… papacito… mmm… que rico – gemía mi amiga que estaba completamente desnuda con las piernas separadas y entre ellas la fuente que generaba sus alaridos: el moreno comiéndole su rajita.
- Déjalos… él sabe lo que hace – me dijo en voz baja Joaquín y me llevó nuevamente al sillón.
- ¡Cógeme! – le ordené mientras me arrodillaba en el sillón y apoyándome sobre el respaldo le ofrecía mis nalgas.
- Lo que Tú digas, bebé – me dijo y me separó las nalgas para descubrir mi culito indefenso, sentí la cabezota de su verga y un dolorcillo apareció al sentir como mi estrecho agujerito se abría para recibir aquel vigoroso pene.
Ese güerito sabía coger. Me sujetaba por la cintura mientras metía y sacaba su vergota haciéndome gemir de puro placer. Era todo un semental y de cuando en cuando me palmeaba las nalgas vigorosamente. Hacía tiempo que no me culeaban y este hermoso chico lo hacía de manera fantástica. De pronto me sujetó con firmeza y me la clavó hasta los cojones para bañar mis entrañas con su leche ardiente. Una y otra vez aquella vergota respingaba en mi interior con cada lechazo que descargaba.
- Ay papi… que rico… mmmm – me dijo mientras me sacaba la verga.
- Ah… muy rico – le respondí mientras me paraba y nos besábamos.
Buscamos nuestros calzoncillos y nos los pusimos. Comenzamos a recoger las cosas y escuché la risa inconfundible de mi amiga. Y fui a ver de qué se trataba. Al asomarme a la habitación los vi en la cama, acostados uno al lado del otro, ella ya se había puesto su calzoncito y él seguía completamente desnudo exhibiendo su descomunal miembro.
- ¿Por qué tanta risa? – les pregunté con curiosidad.
- Nada… cosas que dice Jorgito – sonrió mi amiga mientras acariciaba sin el menor recato la verga morena de aquel chico.
- Y ustedes que onda… ¿ya te la dejaron ir por Culiacán? – me interrogó el moreno.
- ¿Tú qué crees? – le respondió Joaquín palmeándome las nalgas mientras me empujaba para meternos a la recámara.
- Ya ves, qué te dije… a mi amigo no se le va uno vivo jajaja – rió el moreno dirigiéndose a mi amiga.
- ¿A poco si? ¿Él te…? – me preguntó ella.
Yo le respondí moviendo la cabeza en sentido afirmativo y sonriendo.
- ¿Y a ti? – le pregunté mirándola ahí en la cama.
- Digamos que di el primer paso… pero aún queda mucho por explorar, ¿verdad? – me respondió mientras se levantaba y comenzaba a vestirse.
- ¿Ya nos vamos? – le pregunté.
- Si te quieres quedar no hay problema… Jorge me va a acompañar a mi casa – me dijo mientras le arrojaba su trusa a Jorge.
- Órdenes son órdenes… jajaja – se rió Jorge poniéndose sus calzones.
- Bueno, para que hacer mal tercio, nos vemos el lunes – le dije a mi amiga despidiéndome de beso y ella salió de la habitación.
- ¿Y de mi no te despides? – me dijo el moreno palmeándome las nalgas y antes de salir le dijo a su Joaquín – ya habrá oportunidad de gozar de estas nalguitas, de momento échale un palo a mi salud, wey.
- Claro, nos vemos – se despidió Joaquín de su amigo y volteándose hacia mi me dijo - ¿en qué nos quedamos?
Nos abrazamos y comenzamos una nueva sesión de sexo. Ese chico realmente sabía como usar lo que la naturaleza le había dado entre las piernas y Yo iba a hacer uso de ese delicioso pene hasta quedar satisfecho. Así comencé una relación con aquel chico gracias a la complicidad de mi amiga. Nunca supe si aquel moreno se cogió a mi amiga en esa ocasión pero ya no me importaba, el güerito era el único que me interesaba y por el resto del semestre nos volvimos amantes inseparables. En alguna ocasión  aceptando ocasionalmente a su amigo Jorge en nuestros encuentros.

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